Enrico Cargnino
Este artista italiano, nacido en la ciudad de Turín, ha entrado con paso firme al mercado del arte latinoamericano, participando en la Bienal de Guayaquil en Ecuador y en varias exposiciones en suelo panameño, como una colectiva de la Fundación Olga Sinclair llevada a cabo en Casa Góngora en 2013.
Su formación artística se dio en la Academia de Bellas Artes de Turín, aunque siempre tuvo el impulso creativo de pintar y diseñar. La música le ayudó a abrir su percepción, entendiendo mejor la conexión que existe entre la expresión del artista y el alma de su público. Al final de su adolescencia la obra de su destacado paisano y tocayo Enrico Colombotto Rosso, con sus retratos femeninos llenos de melancolía y crudeza, le hizo ver que el seguir sus instintos primarios lo ayudarían a encontrar un estilo propio.
Cargnino pasó de ser un excelente dibujante a asimilar el valor de la abstracción, poniéndola antes que la figura con el deseo de expresar algo más personal. Sus pinturas proyectan una visión de color que inicia con un instinto surrealista, el cual luego toma forma y guía su pincel para llegar hasta donde la obra misma le indica ir. “La pintura es más fuerte que yo”, afirma. La iluminación y la coloración, al igual que la forma y los trazos, aparecen al combinar la atmósfera del momento con los sentimientos del pintor.
Su trabajo en la escultura es más físico y erótico, basado en el movimiento sensual de moldear los materiales. A nivel conceptual, la obra de Cargnino identifica formas orgánicas y biológicas, inclusive universales, que todos tenemos dentro, esos elementos únicos que representan una esencia común que se expande en todos los seres vivos, pasando de lo vegetal a lo animal, y luego de lo humano a lo espiritual.